1905 – 27 de diciembre – 2022
Elías Vacaflor Dorakis
A MANERA DE PRÓLOGO
Este trabajo, intenta recuperar del olvido un acontecimiento esencial de la Historia de Tarija: la fundación de Villa Montes el 27 de diciembre de 1905 y; rendir póstumo homenaje, a un visionario tarijeño: Dr. Leocadio Trigo Achá y a todos quienes lo acompañaron en esa histórica empresa, y ubicar dicho acontecimiento en el lugar que le corresponde como un hito que tiene significativa importancia en la historia departamental y nacional respectivamente. Hoy, los bolivianos en general y los tarijeños en particular conmemoramos el primer centenario de la fundación de la Benemérita ciudad de Villa Montes –hoy capital de la tercera Sección Municipal de la Provincia Gran Chaco del Departamento de Tarija- por el entonces Prefecto y Comandante General del Departamento de Tarija y Primer Delegado del Chaco por el Presidente de la República Ismael Montes un lejano 27 de diciembre de 1905, que formando una pléyade de tarijeños, comprometieron sus vidas por defender la heredad territorial y sentar soberanía en el Chaco Boreal y frenar la voracidad paraguaya.
La Corona de España desde 1574, expidió innumerables disposiciones legales –léase Reales Provisiones y Reales Cédulas- que junto a otras menos solemnes crearon y consolidaron una de las jurisdicciones político-administrativas más influyentes que existieron en América del Sur: la Audiencia de Charcas. En 1778 el enorme territorio del Virreinato del Perú fue dividido en dos: el Virreinato del Perú y el del Río de La Plata. Entonces, la Audiencia que perteneció al Virreinato del Perú hasta 1778 y luego al del Río de La Plata hasta 1810, fue la que mediante el Uti Possidetis de 1810 nació la República de Bolivia el sábado 6 de agosto de 1825 cuando los 48 Diputados convocados a una Asamblea por Decreto de 9 de febrero del mismo año por Antonio José de Sucre definieron: “…no asociarse a ninguna de las repúblicas vecinas…” y la de constituir:”…un estado soberano o independiente de todas las naciones, tanto del viejo como del nuevo mundo…”
No es intención de este trabajo realizar un análisis crítico de los factores positivos como negativos que concurrieron al nacimiento de la República. Sin embargo, creemos necesario e indispensable conocer los acontecimientos esenciales para lograr una correcta como precisa interpretación de todo el proceso que significó el nacimiento de la República de Bolivia. Es decir, el conocimiento del contexto histórico nos permitirá una interpretación de un hecho que significó sumar una más a las desafortunadas como ineficaces tareas realizadas por la Cancillería boliviana y que culminaron con la mutilación del territorio del sudeste de la República durante la Guerra del Chaco.
Por ello, creemos que el análisis de un período histórico no es completo si exprofesamente lo aislamos de los que le han precedido. Como es de suponer, el resultado de esa decisión será perverso. Y precisamente, es nuestra intención en esta oportunidad, recuperar un acontecimiento que forma parte del complejo rompecabezas que significó el abandonado territorio del Chaco Boreal: la fundación de Villa Montes el 27 de diciembre de 1905 por un grupo de hombres visionarios al mando del Dr. Leocadio Trigo Achá, que preocupados por la integridad nacional hicieron todo lo humanamente posible para desarrollar la difícil tarea de sentar soberanía en el Chaco. Sin embargo, hubo otros miopes hombres que siendo funcionarios de la Cancillería boliviana y obedeciendo las consignas partidarias y de grupo, que junto a la desidia, el desinterés y el no importismo conspiraron contra esos patrióticos postulados de Ismael Montes, Emeterio Cano, Leocadio Trigo y otros connacionales. Esa miopía, significó sacrificar más del 45% del territorio tarijeño a instancias de la voracidad de las transnacionales del petróleo y los intereses empresariales argentinos que apuntalados por el gobierno de ese entonces, apoyaron al Paraguay en la cruenta Guerra del Chaco (1932 – 1935), enfrentando a muerte a dos naciones hermanas, pobres y subdesarrolladas.
ANTECEDENTES
En su magnífica obra “Bosquejo Estadístico” José María Dalence (Chuquisaca, 1851), señaló que Bolivia al nacer como República tenía una superficie aproximada de 53.218 leguas cuadradas. Además, añadía:
“…porque jamás se han publicado y para que pueda servir de gobierno a las autoridades limítrofes…”
Esos comentarios, iban enriquecidos en detalle de todas las fronteras de la naciente República de acuerdo a las disposiciones legales coloniales. Una de ellas, el límite sudeste estaba fijado por el río Bermejo hasta su desembocadura con el rió Paraguay. Dicho río, además, de sur a norte era el límite arcifinio entre las Repúblicas de Bolivia, Brasil y Paraguay respectivamente.
De esa manera, queda demostrado qué, cuando nació Bolivia como República soberana, tuvo una situación privilegiada al constituirse en el beneficiario de las dos vertientes oceánicas de América: del Pacífico y el Atlántico. Y como lógica consecuencia de ese privilegio geográfico, Bolivia tenía dos regiones: la andina o minera y la oriental ganadera y agrícola. Entre ellas, las diferencias eran notables e indiscutibles que como es obvio inferir, influyeron en el temperamento de sus respectivas poblaciones.
Quiso el destino, que la región andina fuera la única que a lo largo de los siglos haya sido el sostén económico durante la colonia. No otra cosa explica el porqué los españoles fundaron pueblos, villas y ciudades en dicha región poseedora de riquezas. A la otra región, la oriental, solamente dedicaron su atención principalmente los Jesuitas con el apoyo de la Corona española que dispuso también la fundación de Santa Cruz de la Sierra para de ese modo ampliar los límites territoriales de España en desmedro de Portugal y sentar el dominio espiritual entre las etnias que habitaban las selvas y llanos. Pasaron los años, y por razones obvias de entender, el Rey de España Carlos III expulsó en agosto de 1767 a esa Orden religiosa de los dominios de España, tanto en Europa como en Las Indias.
En el transcurso de más de cuatro siglos, los pueblos y villas fundadas por los españoles comenzaron a tomar mayor dimensión e importancia hasta alcanzar la jerarquía de ciudades. Esas iniciales villas sirvieron para que desde ellas se iniciaran otros descubrimientos y conquistas hacia el Atlántico. En esa dinámica, fue fundada la Villa de Tarija de acuerdo a la Real provisión de 22 de enero de 1574 expedida por el Virrey del Perú don Francisco Álvarez de Toledo para cumplir dos objetivos centrales: primero, frenar el ataque de los “chiriguanáes” ubicados en la frontera del chaco tarijeño y; segundo, facilitar el tránsito y comercio entre el Pacífico y el Atlántico.
Obviamente, la Villa de Tarija fundada el 4 de julio de 1574, fue lentamente creciendo en población. No era, por cierto paradigma de urbanismo: sus viviendas, hechas de adobe crudo estaban construidas en los solares asignados por Luis de Fuentes y todos y cada uno de los fundadores y primeros pobladores alineadas en los casi simétricos tableros trazados alrededor de la Pica en la Plaza Mayor donde se construyeron además el edificio del Cabildo (acera sur), y la primera Iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Concepción (acera oeste), a orillas del río Guadalquivir.
Los problemas que tuvieron que afrontar los primeros españoles e indígenas tomatas, chichas y otros traídos por los españoles desde el momento mismo de la fundación tienen que ver con los permanentes ataques de los “chiriguanáes” que instalados en los valles de Salinas (hoy Provincia O’Connor del Departamento de Tarija), realizaban las malocas para robar, secuestrar y destruir lo poco que se iba construyendo dentro de las fortalezas de la Villa.
De esa manera, Tarija se constituía en la última frontera de la Corona hacia el sudeste de la Audiencia. Las distancias enormes que existían entre las Villas de La Plata, Potosí y Cochabamba hasta Tarija hacían difícil la comunicación entre autoridades y población para socorrer a Tarija. Además del peligro latente, los medios de comunicación y vinculación eran precarios. Por eso mismo, desde un inicio la Villa de Tarija pese a los esfuerzos de Luis de Fuentes y Vargas y del Cabildo, no lograron atraer más población, sino más al contrario, hasta pocos meses de la fundación algunos españoles solicitaron por escrito al Rey de España permitirles el retorno a sus lugares de origen para evitar su muerte.
Por esas razones que la geografía creó y la historia trata hoy de explicar, el territorio de Tarija durante la presencia reducida, epidérmica y corta de aymaras y quechuas y desde el momento mismo en que el griego Pedro de Candia en septiembre de 1539 intentó por primera vez fundar un pueblo a nombre del Gobernador del Perú y del Rey de España en el valle de Tarija y; posteriormente, desde la fundación de la Villa de Tarija en 1574 en que ésta fue la última frontera del sudeste. Así lo consigna el Virrey Toledo en dicha Real Provisión de 22 de enero de 1574.
De ese modo, la Villa y territorio de Tarija crecieron de acuerdo a las Reales Provisiones y Reales Cédulas expedidas por los Reyes y Virreyes desde 1574 hasta 1807. En el ínterin de dichos años, merece especial atención uno muy importante para conocer el proceso que experimentó el territorio de Tarija como entidad político-administrativa. Se trata de 1785. Ese año y por disposición del Intendente de la Provincia de Potosí, Don Juan Pino Manrique se instruyó una nueva división político-administrativa en seis Partidos: Porco, Chayanta, Lípez, Chichas, Atacama y Tarija respectivamente. Es decir, el Partido de Chichas se dividió en dos: Chichas, con su capital Tupiza y Tarija, con su capital la Villa de San Bernardo.
Pero una fecha y un acontecimiento muy importantes nos permiten conocer otros detalles de la visión de los primeros españoles y sus descendientes que llegaron a Tarija. Corría el año de 1614, Juan Porcel de Padilla, que fue declarado a la muerte de Luis de Fuentes y Vargas el 14 de agosto de 1598 como su heredero universal, obtuvo una Real Provisión del Virrey del Perú para fundar una ciudad en el valle de Las Salinas (hoy Provincia O’Connor), con el nombre de la “Nueva Vega de Granada”. Dicha fundación, se hizo efectiva en 1616. De esa manera, la jurisdicción de la Villa de San Bernardo de Tarija crecía inexorablemente hacia el Chaco Boreal, reducto de varias etnias y en particular de los chiriguanáes.
Posteriormente, a esos esfuerzos titánicos y perseverantes se fueron sumando innumerables documentos coloniales expedidos por Reyes y Virreyes hasta permitir a Tarija poseer un vasto como importante patrimonio territorial que llegó hasta la confluencia de los ríos Paraguay (frontera Este con el reino del Brasil), y Bermejo (frontera Sur con el Río de La Plata), con el río Pilcomayo de por medio como frontera arcifinia entre los dos chacos pero dentro de la jurisdicción de Tarija.
Por otro lado, al nacimiento de la República de Bolivia, la Provincia de Tarija no fue incluida dentro de la jurisdicción del Departamento de Potosí y; por lo tanto, tampoco dentro de los alcances del Decreto de Antonio José de Sucre y su Reglamento Electoral de 9 de febrero de 1825. A pesar de ello, el pueblo tarijeño reunido en Cabildo Abierto el 6 de junio del mismo año y consecuentes con la ley de 9 de mayo del mismo año promulgada por el Congreso del Río de La Plata, eligió a los Diputados Ruiloba, Arce y Tejerina ante la Asamblea convocada por Sucre. Sin embargo, los Diputados tarijeños no pudieron participar de dicha Asamblea ni tampoco del Acto de nacimiento de Bolivia como República porque fueron rechazados ante la falta de un documento que exprofesamente manifestara que los tarijeños renunciaban a las Provincias Unidas el Río de La Plata. A pesar del sistemático rechazo del Congreso de Bolivia a Tarija y sus pretensiones de pertenecer a ésta y del mismo Libertador Simón Bolívar que había entregado Tarija vía orden militar de 6 de noviembre de 1825 a la Legación Argentina al mando de Alvear y Díaz Vélez, el pueblo tarijeño realizó sendos Cabildos Abiertos en 26 de agosto, 7 de septiembre y 17 de octubre de 1826 manifestando su voluntad de pertenecer a Bolivia.
Todas esas manifestaciones populares obligaron que la Asamblea Nacional, mediante Ley de 23 de septiembre de 1826 aceptara la demanda tarijeña. De esa manera, Tarija recién fue reconocida como parte integrante de Bolivia y los hermanos Aguirre participaron de ese hecho histórico en calidad de Diputados por Tarija después de cuatro Cabildos Abiertos y un año, un mes y diez y siete días de nacida la República.
Será, sin embargo un notable estadista y uno de los mejores Presidentes de Bolivia, Andrés de Santa Cruz Villavicencio y Calahumana que mediante Ley de 24 de septiembre de 1831 erigió la Provincia de Tarija en Departamento. De esa manera, se realizada un acto de desagravio para con Tarija. Al respecto, decir que importantes como desconocidos datos de carácter geográfico y etnográfico del Departamento Tarija que aparecen en el primer mapa de la República de Bolivia que mandó elaborar el Presidente José María Linares en 1859 a base del trabajo de campo y gabinete de la Comisión encabezada por Ondarza desde 1854. Uno de los aludidos mapas, señalan que Tarija en ese entonces contaba con una superficie aproximada de 183.616 kilómetros cuadrados. Un ejemplar original de dicho mapa se encuentra en el Despacho del Señor Prefecto del Departamento de Tarija.
Esos datos irrebatibles por cierto, nos demuestran que desde el momento mismo de nuestro nacimiento y desarrollo como una realidad geográfica, social, histórica y económica, el territorio de Tarija siempre tuvo y mantuvo una lógica de frontera. Esa cualidad, que creció y se desarrolló sistemáticamente a lo largo de más de cuatro siglos, nos hicieron más bien proclives al arraigo de un sentimiento regionalista estrecho y muchas veces agresivo que, al transcurrir los siglos permitieron definir una personalidad histórica que hoy ostenta el pueblo tarijeño y que dificultó el diálogo entre el Estado y Tarija.
PARADOJAS DEL DESTINO
Dalence, en su libro ya citado, dijo:
“…que los límites de la república eran seguros…”
En verdad, se refería a los títulos coloniales que poseía Bolivia para demarcar su territorio y fijar sus fronteras. A pesar de esas advertencias, los gobiernos de turno no prestaron atención a dichos documentos y confiaron a ciegas en ellos. Sin embargo, la realidad y el tiempo nos demostraron lo contrario y la situación de la frontera sudeste se complicó mucho más.
Una excepción sobre el particular significan las gestiones políticas, administrativas y militares que desarrolló el Presidente Santa Cruz durante el año de 1838 que con el concurso de militares de la talla de Otto Felipe Braun, Francisco Burdett O’Connor, Eustaquio Méndez Arenas, Timoteo Raña y otros defendieron el territorio de Tarija en la batalla de “Montenegro” el 24 de junio de dicho año cerca de Padcaya (capital de la Provincia Aniceto Arce Ruiz), ante la invasión argentino por ordenes del dictador Rosas.
Más, esas y otras advertencias fueron inútiles y los gobiernos de turno y los funcionarios en la cancillería nacional continuaron confiando en el valor de los principios jurídicos y de los títulos coloniales. Pero, sobre ellos se impuso la estupidez y la indiferencia. La víctima, Tarija y su rico territorio. Un otro ejemplo de esa perversa indiferencia: la pérdida del territorio de Toldos (Provincia Aniceto Arce Ruiz), y todo el Chaco Central (territorio comprendido entre los ríos Pilcomayo y Bermejo respectivamente)
De esa manera, queda demostrado que la seguridad jurídica de las fronteras nacionales no fue, sino, una ingenuidad que engañó sistemáticamente a los ignorantes funcionarios de la Cancillería nacional que desconociendo dichos títulos y sin saber exponerlos en los escenarios precisos, Bolivia perdió miles de kilómetros cuadrados y aletargó al país. Ya estaba pues arraigada la desvinculación del centro con la periferia. Es decir, Tarija como otros territorios periféricos de la República no estaban dentro de la mentalidad centralista. La geografía había sido benigna con nosotros pero también nos estaba aislando. Los límites del sudeste estaban abandonados a su suerte.
Como hemos podido constatar, largo y penoso ha sido ese proceso. Grandes extensiones del territorio tarijeño fueron sucesiva como metódicamente arrancadas del patrimonio nacional y acrecentaron el de “hermanos países”. Y sin duda, la más grave y más grande pérdida territorial fue la que nos infringió Chile arrebatándonos el acceso al Pacífico durante la Guerra de 1879.
Desde entonces, cada generación de bolivianos y tarijeños hemos experimentado y conocido procesos de mutilación territorial que nos asfixiaron cada vez más.
Con ese trauma encima, los bolivianos el año de 1904 conocieron que el parlamento nacional aprobó el Tratado de Paz con Chile. En esa oportunidad, dos diputados tarijeños apoyaron dicho tratado. Pero dos senadores y otros dos diputados de la brigada tarijeña lo rechazaron con todo el valor de su grande capacidad intelectual y el fervor de su civismo y patriotismo. A pesar de dicha oposición, el Tratado fue aprobado. De esa manera, se reconoció a Chile el dominio definitivo de las costas del Pacífico y Bolivia sacrificaba su patrimonio.
EL TERRITORIO DEL CHACO BOREAL
Cedido, definitivamente el litoral, quedaban aún por defender los territorios del sudeste. Era Se trataba de la frontera sur de la República y del vasto territorio del Departamento de Tarija donde todavía no había llegado la Nación. En cambio, los paraguayos habían planificado una sistemática ocupación de nuestro territorio y la Cancillería nacional seguía dialogando y aprobando tratados leoninos. Ya lo dijimos, aprobado el Tratado con Chile el 20 de octubre de 1904, se retrajo la frontera occidental de Bolivia.
Quedaba aún pendiente una solución a una controversia difícil: el Chaco Boreal.
Ismael Montes Gamboa, que hizo de la aprobación del Pacto con Chile la base de su Programa de Gobierno, se propuso completar los objetivos de su política internacional celebrando un acuerdo con el Paraguay. De esa manera, envió al Dr. Emeterio Cano como Embajador Plenipotenciario ante el Gobierno de Asunción para negociar un Tratado.
Era necesaria y urgente una decisión de esa envergadura, pues Bolivia quedó sin salida al Pacífico y; por lo tanto, negociar con el Paraguay era esencial para lograr una razonable negociación en la disputa por la posesión del Chaco Boreal y asegurar a Bolivia un acceso soberano al Océano Atlántico vía río Paraguay.
EL PARTIDO LIBERAL Y EL TERRITORIO DEL CHACO BOREAL
El Dr. Cano era militante del Partido Conservador. Había sido Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Constitucional de Mariano Baptista (1892 – 1896). En esa condición, en 1893 presentó al H. Congreso Nacional un Informe preciso sobre el diferendo con el Paraguay. Era, el Dr. Cano la persona que más conocía el delicado asunto. Por esa razón, el Presidente Ismael Montes –del Partido Liberal- lo invitó como Ministro de Relaciones Exteriores y; de esa manera, consiguió involucrar a la oposición en un tema por demás vital para el destino del país.
Por otro lado, el ex Presidente Baptista era un convencido de un inevitable enfrentamiento con el Paraguay. Así lo hizo conocer a Ismael Montes en una entrevista reservada que mantuvo con Montes mientras éste realizaba su campaña electoral para las Elecciones Generales de mayo de 1904. El convencimiento de Baptista radicaba en la personal experiencia que adquirió durante los meses de julio a octubre de 1891 mientras se desempeñó como Ministro Plenipotenciario en Asunción en representación del Gobierno Constitucional del tarijeño Aniceto Arce Ruiz. En dicha oportunidad, el Gobierno de Asunción no quiso recibirlo. A pesar de ese desaire, Baptista dejó un memorándum que señalaba que Bolivia era dueño del Chaco Boreal a base de los títulos coloniales.
Además, Baptista estuvo en Asunción pocos meses después que el Paraguay militarmente asaltó Puerto Pacheco bastión civil boliviano que el Tratado de 1887 dejó bajo jurisdicción boliviana. Con ese abusivo acto, se confirmaba aquella premisa que en 1879 dijo un prominente hombre público del Paraguay:
“…el chaco será del primero que lo ocupe…”.
Esos antecedentes, fueron los que orientaron a Baptista a asegurar que Paraguay iría a la guerra. Con ese mismo sentimiento y preocupación, terminaría la primera gestión presidencial de Ismael Montes (1904 – 1908).
Es decir, sucesivamente los Gobiernos de Mariano Baptista (1892 – 1896), Severo Fernández Alonso (1896 – 1899), y José Manuel Pando (1899 – 1904), e Ismael Montes (1904 – 1908), se ocuparon del delicado asunto bajo la misma convicción: Bolivia exhibía títulos coloniales y el Paraguay buscaba la guerra para ocupar el Chaco Boreal. Y fue, precisamente el año de 1901 durante la gestión de Montes cuando el Gobierno del Paraguay adoptó medidas militares como administrativas para consolidar su plan de ocupación del territorio tarijeño.
Obligado por los acontecimientos, en año de 1902 el entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia el Dr. Heliodoro Villazón informaba al H. Congreso Nacional:
“…en 1888 fuimos despojados por la fuerza de la posesión de Puerto Pacheco, fundado por el Gobierno de Bolivia en 15 de julio de 1884. Desde entonces el Gobierno del Paraguay mantiene en dicho puerto una guarnición militar. En 1901 los avances sobre nuestro territorio se han extendido aún más al norte de dicho puerto. A ocho leguas más o menos se ha colocado otra guarnición militar…”
Y finalizaba diciendo:
“…ya es tiempo de que el congreso nacional fije la atención sobre estos actos que impunemente van consumándose con menoscabo de la soberanía nacional de Bolivia, y que deliberadamente sobre la gravedad de ellos, dicte las medidas más conducentes a resguardar el sagrado territorio nacional…”
Otra vez, el destino nos daba la espalda. Bolivia no podía acudir y defender militarmente el territorio de la frontera sudeste tal cual deseaba el Presidente Pando. Al respecto, existía una nota de 10 de julio de 1901 del gobierno boliviano a su par paraguayo mediante la cual reclamaba la situación planteada por Villazón. Como es obvio suponer, correspondía al Poder Ejecutivo y no al Legislativo desarrollar esa política. En ese escenario, el Paraguay seguía invadiendo territorio nacional violando títulos coloniales y burlándose de las gestiones diplomáticas de los gobiernos bolivianos.
Pero, como era de esperar. Surgió otro problema: una revolución separatista que atenta contra la integridad nacional estalla en el Acre llamó la atención del Presidente Pando que en su condición de Capitán General tuvo que marchar a ese jirón patrio. Mediante Decreto de 26 de enero de 1903 delega el mando supremo de la Nación al segundo vicepresidente Aníbal Carriles.
ISMAEL MONTES Y EL TERRITORIO DEL CHACO BOREAL
Esa era la situación compleja en que se encontraba el diferendo con el Paraguay en torno al territorio del Chaco Boreal al hacerse cargo de la Presidencia Constitucional de la República (14 de agosto de 1904 hasta el 6 de agosto de 1908), el entonces Coronel Ismael Monte que tenía sus propias convicciones acerca de sus obligaciones como militar y Presidente de la Nación con respecto al concepto de la integridad territorial.
En su Programa de Candidato para 1904, Montes decía:
“…para que él sea efectivo es necesario conservar la posesión de todo el territorio y ejercitar en él nuestra soberanía. De lo contrario, ese principio queda sólo en el terreno de las especulaciones teóricas y lejos de amparar nuestros derechos, deja abierto el paso a las usurpaciones extranjeras…”
Ese razonamiento, sirvió para que Montes explicara su aceptación de la paz con Chile y el Tratado de 20 de octubre de 1904. Es decir, nos decía que por no haber acudido oportunamente en defensa del territorio sobre el Pacífico, podíamos sufrir lo mismo con el territorio del Chaco Boreal.
Por ello, en su mensaje al H. Congreso de la Nación en 1906, Montes señalaba:
“…por un proceso inadvertido, hemos llegado a pérdidas dolorosas que nos han hecho pensar tristemente en la ineficacia del derecho en este continente que creíamos la sede de la justicia y de la fraternidad. Casi como las regiones berberiscas, nuestros territorios desiertos, pero amparados por el principio del Uti Possidetis, cercados de naciones amigas y hermanas, caían presas de la codicia y víctimas de su propia riqueza. La lección ha sido muy amarga y profunda para que la dejemos desapercibida; y así como nosotros debemos responsabilizar a las generaciones que nos precedieron y pasaron su época consumiendo sus energías en las estériles luchas del fratricidio, así, mañana soportaríamos el dolorido anatema de nuestros hijos si descuidáramos otra vez aquel patrimonio del porvenir y no tratáramos de ponerlo a cubierto de nuevas sorpresas…”.
De esa manera, Ismael Montes ponía en práctica un inédito Plan de Defensa del Chaco Boreal que incluía simultáneamente la acción diplomática a cargo del Dr. Cano en Asunción y una serie de actos para sentar soberanía sin descuidar la acción militar. El Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, el Dr. Claudio Pinilla de acuerdo a las precisas instrucciones del Presidente Montes mediante nota reservada dirigida a Cano le indicaba:
“…en su empeño de resguardar esos mismos intereses nacionales, creando y adelantando nuestros títulos de ocupación en las planicies del Chaco, está preparando una expedición a Tarija, a las órdenes del prefecto de ese departamento, destinada a remover las actuales colonias y fortines y situarlos en lugares más avanzados y convenientes, para amparar el esfuerzo de nuestros industriales que se han adelantado en la meritoria conquista del desierto.
Posible que esas medidas despierten los celos del gobierno de Asunción y lo decidan a avanzar también su ocupación hacia el interior del territorio disputado. La actitud de retraimiento que hemos guardado con ese gobierno ha exagerado su natural suspicacia y desconfianza haciéndole entrever un plan agresivo y belicoso, plan que ha estado siempre en la mente de todos los estadistas bolivianos, pero cuya ejecución requiere elementos de vitalidad y recursos que puedan hacerlo eficaz…”
En otra carta confidencial del mismo Pinilla a Cano, dice:
“…Despejadas aquellas dificultades internacionales, el señor presidente cree llegada la oportunidad de encarar el conflicto con la perseverancia y la energía que requieren los grandes intereses comprometidos. En este concepto, el primer paso es la expedición al Chaco de que le he hablado en mi anterior, el próximo será la apertura de un buen camino que desde Lagunillas vaya por Carumbey y el cerro de San Miguel en demanda de Puerto Pacheco. Esta obra ha de requerir uno o dos años de trabajo, durante los cuales a la par que el país vaya desenvolviéndose económica e industrialmente, el gobierno espera adelantar su preparación militar para actuar con toda eficacia el momento preciso…”
SENTAR SOBERANÍA EN EL CHACO BOREAL: LA FUNDACIÓN DE VILLA MONTES
El Plan diseñado para el Chaco Boreal por el Presidente Montes fue cumpliéndose. Plenamente satisfecho, éste presentó el año de 1905 un informe al H. Congreso de la República recalcando lo siguiente:
“…preséntase como la zona más apta para ser colonizada, por la proximidad del ferrocarril argentino y las fáciles vías de transporte, la Provincia del Gran Chaco, cuya exploración se efectúa actualmente a las órdenes del esforzado patriota prefecto de Tarija don Leocadio Trigo, quien recorre dicha provincia sometiendo a las tribus salvajes y llevando la acción gubernativa a límites a que nunca habían llegado. Mucho espera el gobierno de esa expedición pacífica, en beneficio de la posesión de nuestro suelo y el respeto a la soberanía nacional. En parajes convenientes se han establecido fortines seguros y se prosigue la vialidad para comunicar el Chaco Boreal con el resto de la república…”
El H. Congreso de la República, por la Ley de 27 de diciembre de 1905 creó la Delegación Nacional del Gran Chaco sobre toda la jurisdicción de dicha Provincia en el Departamento de Tarija y bajo la directa tutela del Poder Ejecutivo.
El Presidente Ismael Montes, vía Decreto Presidencial designó como Delegado Nacional al Dr. Leocadio Trigo Achá y le encomendó proseguir las tareas que venía desarrollando desde el año de 1904 descendiendo la orilla izquierda del río Pilcomayo.
Por su parte el Dr. Trigo, en un informe evacuado el año de 1906 decía:
“…conforme a la Ley sancionada por el Congreso funciona en el Chaco la Delegación acertadamente creada para ese territorio y es posible afirmar, que en el período asignado a esa delegación, habráse transformado esa parte de la república en condiciones satisfactorias para el patriotismo. Como todo gobierno regular necesita de un centro civil administrativo donde residan las autoridades políticas y judiciales, se organiza actualmente ese centro en el punto antes ocupado por las misiones de San Francisco Solano y San Antonio de Papua, donde, dadas sus favorables y especiales condiciones, podremos tener en no lejano tiempo, una floreciente población…”
Villa Montes, así fue llamada la Capital de la Delegación del Chaco en homenaje al Presidente Ismael Montes Gamboa. Situada al margen izquierdo del emblemático río Pilcomayo y precisamente ubicada a la entrada del Chaco pasando la serranía del Aguarague y sobre la ruta del ferrocarril internacional Argentina – Santa Cruz de la Sierra. Además Trigo Achá, en su recorrido de dos años creó cuatro fortines más. El último de ellos, sobre los Esteros de Patiño en la intersección del paralelo 24º de latitud sur con el río Pilcomayo.
Al respecto de dicho río, el Presidente Montes informaba al Congreso:
“…tócame informar al honorable congreso, que ha sido nuevamente reconocido en todo su curso, hasta los Esteros de Patiño, comprobándose la perfecta navegabilidad de este río hasta dicho punto y que para establecer un servicio permanente de navegación en la extensión reconocida, se espera tan solo la llegada de la lancha encargada a Europa para el efecto…”
En cuanto a las vías de comunicación terrestres, el Presidente Montes remarcaba al Congreso que en fecha 6 de agosto de 1906 deberá entregarse al tráfico el camino carretero de Yacuiba a Villa Montes y que en julio pasado también se había entregado el camino de herradura entre las mismas villas y Saururo, punto en el que se une con el camino de Caiza hasta Tarija.
Sin duda, el partido Liberal, responsable de la pérdida de las costas del Pacífico se esmeraba en preservar y proteger el territorio del sudeste. Por otro lado, y como era de esperar, el Plan de Ocupación del Chaco Boreal diseñado por Montes causó enorme preocupación al Gobierno del Paraguay que a través de su representante diplomático instalado en la ciudad de La Paz, Manuel Peña presentó a la cancillería boliviana una enérgica como extensa nota de reclamo. Por su parte, el Gobierno boliviano mediante el Canciller Pinilla respondió con vehemencia al Gobierno del Paraguay diciéndole que todas las acciones desarrolladas estaban enmarcadas en Derecho y que dicho territorio pertenecía a la República de Bolivia.
De aquí en más, se desarrollaron innumerables acciones y gestiones que los Gobiernos de Bolivia y el Paraguay promovieron y; que ante su fracaso, enfrentaron a dos pueblos hermanos en la cruenta Guerra del Chaco (1932 – 1935). Desmenuzar ese preciso período, no es el objetivo del presente trabajo, sino, el presentar los antecedentes que obligaron diseñar un plan de ocupación para sentar soberanía en la frontera y territorio del sudeste de la República.
Como hemos podido constatar, esa misión fue cumplida a satisfacción por un tarijeño: el Dr. Leocadio Trigo Achá que junto a otros tarijeños hicieron posible la fundación de Villa Montes en pleno corazón del Chaco Boreal aquel lejano miércoles 27 de diciembre de 1905 por un visionario tarijeño que en ese entonces contaba con tan sólo 40 años de edad.
DIARIO DE EXPEDICION DEL DR. LEOCADIO TRIGO ACHA
En cumplimiento del pliego de instrucciones de 19 de abril, de 1905, y el Decreto Supremo de 27 de diciembre del mismo año, ha sido fundada Villa Montes, en las Misiones de San Francisco Solano y San Antonio de Padua, que con este fin fueron recogidas.
Este ha sido el primer caso en el Gran Chaco, en que se ha querido obtener la realización de un noble esfuerzo civilizador y el cumplimiento de una aspiración nacional, que desde muchísimos años atrás han sido entregados á la labor de los misioneros cristianos. Han sido constituidas en pueblo boliviano sometido á condiciones generales de nuestra administración, dos misiones de indios chiriguanos” (San Francisco Solano y San Antonio de Padua)
Bolivia tenía la indispensable é inaplazable necesidad de fundar un pueblo en las márgenes del río Pilcomayo, que sirva de centro a la acción colonizadora, y á la nueva vida industrial y de intensa influencia nacional que hoy se desenvuelve sobre aquel vasto territorio de la provincia Gran Chaco.
El sitio elegido para fundar villa Montes no solo es el mejor, sino el único de satisfactorias condiciones, en las riberas del Pilcomayo por ofrecer las seguridades de estabilidad, con terreno firme y libre de los avances del río. Después de este sitio en el que los bordes del Pilcomayo son firmes y resistentes, se presentan las riberas de este río con terreno arenisco, sumamente deleznables é inseguras.
En Villa Montes se halla el mejor, sino el único sitio, donde tendrá que colocarse el puente del ferrocarril que en todo caso debe cruzar el río Pilcomayo, para llevar la línea férrea siguiendo de Ledesma, deberá pasar por Yacuiba y Villa Montes á Santa Cruz. Aquel es el sitio por donde pasa el camino que liga la República Argentina con Santa Cruz, siendo de grande importancia el cambio comercial de importación y exportación por allí establecido. Ya fue abierto el camino carretero de Yacuiba a Villa Montes que debe seguir a Santa Cruz, y el camino de herradura directo a Tarija.
Por la proximidad á la cordillera, son abundantes los materiales de construcción, cal y piedra, así como las maderas de primera clase. Es fácil la fabricación de ladrillo y teja, con abundancia de excelente tierra apropiada. Exceptuando las maderas, desaparecen estos elementos de construcción á medida que se desciende el Pilcomayo. Han sido instaladas dos escuelas de niñas y una de varones. Se presta servicio médico y de botica, en condiciones satisfactorias. Se protege debidamente á la población indígena compuesta de chiriguanos y matacos. Fueron reparados los edificios públicos. Se atiende el servicio de chalanas para el paso del río.
Por los límites que debe tener este conciso informe, no me ocupo de la acción que se ha dirigido insistentemente para combatir la nueva villa. A este respecto confirmo mis detallados informes anteriores. Este asunto, demasiado extenso, será tratado si llega el caso, ampliamente con la debida documentación que existe en el archivo de la Delegación Nacional.
A MANERA DE EPÍLOGO
Cuando la medianoche del 27 de diciembre de 2022 el reloj rompa el silencio con sus doce campanadas, se cumplirán los 117° años de un acontecimiento único en la Historia de la República y del Departamento de Tarija: la fundación de Villa Montes por el Dr. Leocadio Trigo Achá.
Para valorar el trascendental significado de este acontecimiento, es necesario que los bolivianos en general y los tarijeños en particular, hagamos hoy un alto en nuestras cotidianas labores y meditemos los antecedentes, el contenido y las consecuencias de este visionario acto cuyo objetivo central era el de sentar soberanía y proteger el patrimonio territorial de la República de Bolivia.
Después de esta decisión –léase la fundación de Villa Montes- se suscitaron muchos otros acontecimientos que perfilaron un futuro incierto por la postura irreflexiva del Paraguay y la ingenuidad boliviana que vislumbraban el espectro de la guerra entre dos pueblos hermanos y; el magestuoso Chaco Boreal se convirtió en el escenario de una trágica epopeya que durante 3 años vertió sangre joven de ambas naciones y vistió de luto a miles de familias. Hoy, en ese mismo escenario y por designios del destino, transcurridos 91 años desde la inauguración aquel 28 de septiembre de 1931 al servicio público el Camino Tarija – Villa Montes construido por la empresa Brazovic – Mavric, sigue inconclusa dicha obra.
Por eso, al conmemorar este nuevo aniversario de la fundación de Villa Montes, debemos reflexionar sobre el significado de este acontecimiento y redoblar esfuerzos para profundizar tareas para la unidad departamental en torno al Calendario Histórico de Tarija que entre sus páginas existen hechos y nombres de protagonistas que los tarijeños y bolivianos hemos olvidado. Es un deber ineludible el nuestro de rescatar esa cronología para ofrecerla libre de contaminación a los interesados en la Historia de Tarija.
Sólo con la asepsia del documento original y con la seriedad debida podremos explicar la verdad sobre todos y cada uno de los capítulos de la Historia de Tarija que, como lo dijimos antes y hoy ratificamos, la historiografía boliviana la ha proscrito. Es hora que los tarijeños sepamos beber nuestra historia sin complejos para que ella nos sirva de luz para emular acciones positivas y corregir los errores pasados. La Historia, es el juicio final de los pueblos.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
1. “BOSQUEJO ESTADÍSTICO” José María Dalence (Chuquisaca, 1851)
2. “CUADROS SINPTICOS DE LOS GOBERNANTES DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA 1825 A 1956 Y DE LA DEL PERÚ 1820 A 1956” Andrés de Santa Cruz Schuhkrafft (La Paz, 1956)
3. “SALAMANCA” David Alvéstegui (Tomo III, La Paz, 1962)
4. “CONSTRUYENDO NUESTRO FUTURO A BASE DE NUESTRA HISTORIA – TARIJA RUMBO A LA CONSTITUYENTE” Elías Vacaflor Dorakis (Tarija, 2005)
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