PANORÁMICA. El Cerro Rico de Potosí se encuentra a 4.782 msnm y es parte de la Cordillera de los Andes. | Fotos: Pablo Oh

Venas de plata: El Cerro Rico de Potosí

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LOS TIEMPOS

A través de estrechas entradas, heridas en la roca, ingresamos a un mundo de tinieblas asfixiantes, de oscuridad absoluta y de tesoros escondidos en el suelo protegidos por miles de años de sedimento. Un espacio de misterios, de sufrimiento, tragedias y peligros. Pero, también, un lugar donde se han repensado los conceptos más intrínsecos de la humanidad. En estos laberintos de sedimento, la muerte, el miedo y la riqueza han encontrado más significados.

Las venas de plata, destellantes tesoros incrustados en la roca, han redefinido la forma de pensar, de trabajar y de vivir de poblaciones enteras, no sólo en nuestro actual territorio, sino a lo largo y ancho del mundo. De esta manera, las minas bolivianas fueron y son un punto clave para entender la historia, la cultura y el desarrollo de nuestro planeta.

En el país, hay cientos de ellas, minas, yacimientos minerales, nuevos y antiguos, profundos y superficiales. Heridas en la tierra que llevan hasta sus entrañas, donde el oro, las joyas y la plata viven, pero no hay ninguna más significativa para la historia de la humanidad que la Corona de Plata de los Andes, Sumaq Urqu, el cerro hermoso o, como hoy lo conocemos, el antiguo y sabio Cerro Rico de Potosí.

Esta icónica montaña forma parte de la Cordillera de los Andes, elevándose a una altura de más de 4.500 msnm. Con su sombra sobre la antigua Villa Imperial, el Cerro Rico es uno de los puntos neurálgicos de nuestra historia… y de la historia de la humanidad. Su inmensa e inconcebible riqueza lo hacen una maravilla natural de proporciones trascendentales. Nunca ha existido un yacimiento más abundante en plata, llegando a estimarse que, durante los siglos XVI al XVIII, el 80 por ciento de este mineral en el mundo surgió de sus venas.

Incluso después de siglos de explotación, sus secretos y tesoros no se acaban. Maltrecho y herido como se encuentra hoy, este antiguo coloso sigue en pie, recordándonos el valor infinito que contenemos dentro de nuestras fronteras. En sus negros pasillos, resuena el tambor de las herramientas: las nuevas y modernas máquinas taladran junto a los antiguos y precarios martillos y cinceles de hace cientos de años. Su orgullosa silueta decora nuestra bandera, siempre presente en nuestra cultura y vida diaria.

Pero podríamos preguntarnos ¿por qué es tan importante hoy el Cerro Rico?

Más allá del valor monetario que el Cerro Rico haya otorgado al mundo, es su importancia social, simbólica e histórica lo que hoy hacen de este monte potosino un verdadero monumento.

Incluso antes de la llegada de los europeos al continente americano, el Cerro Rico gozaba de un gran peso religioso: era considerado una divinidad por las poblaciones precolombinas de la zona, quienes lo nombraban Sumaq Urqu, el Cerro Hermoso. Esto por si solo nos puede dar un idea de la increíble fuerza simbólica que el cerro tiene para el país.

Las vetas de plata del Cerro Rico fueron descubiertas hacia la década de 1540, unos años después de la ocupación española en el territorio andino. Leyendas de su descubrimiento, las hay por montones, pero lo que sabemos con certeza absoluta es que, a partir de estos años, la explotación del Cerro Rico de Potosí se dispararía a niveles nunca antes vistos en nuestro mundo. Los objetos argentos del planeta proliferaron sobre la espalda de la explotación en el Nuevo Mundo durante siglos. Y en las ófricas venas del Cerro Rico, una cultura de dureza y resistencia nació.

Hoy, las repercusiones de la historia minera de Bolivia siguen vivas, en nuestro folklore, en las leyendas que todavía contamos a los más pequeños. En la dureza de aquellos que todavía trabajan en las minas y, por supuesto, en el mismo Cerro Rico que todavía se yergue orgulloso frente a los siglos de explotación y saqueo que ha sufrido.

El Padre de la Plata ahí continúa, recordándonos nuestra historia, nuestros sufrimientos y nuestra increíble capacidad de prevalecer, incluso cuando todo está en contra nuestra. Su larga sombra y su colosal importancia nos hablan de fuerza, orgullo y sobre nuestro territorio, nuestra Gran Nación.


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