Para no creer: sus cinco hijos nacieron en casa, porque la vetaron en los hospitales por falta de documentos.

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Giovanna, de 25 años, apellida Ortiz Supayabe porque así apellidan sus padres, pero no tiene cómo certificarlo, pues éstos no lo tramitaron y, por ende, toda su vida transcurrió sin contar con documentos de identidad, lastre al que arrastró a sus cinco hijos que no existen para el Estado, porque tampoco tienen papeles, debido a que todos nacieron en su casa, sin asistencia sanitaria.

Esta penosa historia ha salido a la luz hoy en momentos del aislamiento rígido que soporta la ciudad por la pandemia del coronavirus. Se hizo visible debido a que la mujer salió a mendigar alimentos en su barrio (16 de Febrero), zona de El Dorado, para alimentar a sus hijos, entre ellos una bebé de un mes de nacida.

El hecho de haber desembarazado por su cuenta, no permitió que los niños obtengan el respectivo certificado de nacido vivo que otorgan en los maternológicos, documento esencial para adquirir el certificado de nacimiento y la posterior cédula de identidad.

Según dijo, cada vez que se embarazaba, no asistía a los controles prenatales. Sobre los ocho meses de gestación, se aproximaba a un centro médico próximo a su vivienda, donde la rechazaban por falta de documentos y porque para el personal médico representaba un riesgo atenderla en el trabajo de parto, sin el previo seguimiento clínico. Por lo que retornaba a su casa a preparar el nacimiento con la ayuda de algún familiar.

Giovanna asume en parte su responsabilidad en el problema, señalando que intentó en varias ocasiones tramitar sus documentos, pero, al no tener dónde ir para conseguir lo que le exigían en los registros civiles, se resignó a continuar su vida como indocumentada, al igual que su marido, Jorge Luis Suárez Chávez, que tampoco tiene instrumentos legales para identificarse.

“Nací en Chané (provincia Obispo Santistevan). Traté de sacarme papeles, pero me pedían el nacido vivo, una libreta escolar o testimonios de los vecinos y no tenía cómo conseguir esos requisitos. Asimismo, cada vez que estaba encinta, no iba a mis controles (prenatales); nunca me los hice, porque, cuando iba a un centro médico, no querían atenderme”, justifica la madre.

El último parto casero de Giovanna tuvo lugar el 12 de marzo pasado, cuando nació Yuliana, su última hija. Allí, inicialmente la asistió su suegra y luego, una matrona que extrajo a la criatura y cortó el cordón umbilical con su pericia empírica.

«A los siete meses fui a un hospital de El Dorado, a querer hacer mis controles, me dijeron que no podían hacerlo. Cuando estuve a punto de dar a luz, fui a un hospital de la Villa y tampoco quisieron atenderme, porque dijeron que, si me pasaba algo, ellos no iban a asumir la culpa”, manifestó la joven madre. “Pido a las autoridades que me ayuden a sacar mis papeles y los de mis hijos”, imploró.

Pasó su derecho de madre a otra persona

Viendo por el futuro de sus vástagos, Giovanna y su marido autorizaron que una tía paterna los reconociera como hijos, para garantizarles el estudio. De ese modo, Gabriela, de siete años; Mariana de cinco, y Jorge, de dos, aparecen como hijos de su tía Katherine, que está haciendo estudiar a los dos mayores y espera que Jorge esté en edad de entrar a prekinder.

“Tres han sido reconocidos por su tía Katherine y dos (José Miguel, de 10 años y Yuliana, de un mes) están indocumentados. La tía los ha reconocido como hijos para garantizarles el colegio y algunos beneficios”, dijo Giovanna que no tiene esperanza de cobrar los bonos que el Gobierno otorga a los estudiantes.

“Mi marido y yo no tenemos documentos. A él, la cuarentena lo agarró en San Julián, donde trabajaba como ayudante de albañil, pero no puede enviarme nada porque no hay con quién”, indicó la mujer que vive en un cuarto de calamina, alquilado por Bs 200 mensuales.

A esa triste realidad, se suma el hecho de que ya no tiene con qué alimentar a su prole. Algunos vecinos, como Mitzy Carrillo, le han estado ayudando con algo de arroz, azúcar y fideo, pero esas provisiones ya se le acabaron. “No tengo alimento para los niños, pero más me preocupa la bebé que no tiene leche ni pañales”, lamentó Giovanna que también quiere someterse a un control de natalidad para no tener más hijos.

Entretanto, espera la solidaridad de la población y de las autoridades. No tiene teléfono celular propio. No obstante, si alguien piensa en ayudarla, puede llamar el número de su vecina Mitzy: 760-42621.

ElDeber.


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