Volvió un ícono de la década del 80: el casete.

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Se pensó que sufriría el mismo destino que el VHS o la cabina telefónica. Sin embargo, el casete de audio vintage se volvió a producir por una pequeña empresa cerca de MontSaint-Michel (oeste de Francia), que ya exporta este ícono de los 80 a una treintena de países.

A principios del 2017, varios profesionales del sonido llamaron a la puerta de esta empresa de Avranches (Normandía) especializada en la fabricación de cintas magnéticas. ¿El motivo? Las existencias mundiales de cintas de casete están disminuyendo. Frente al CD y luego el streamin, se resistieron a desaparecer por completo para los amantes del sonido de las caras A y B.

Empresa se llama Mulann y tiene una facturación de u$s5 millones vendiendo cintas magnéticas para los billetes del subte y los peajes de las autopistas, así como cintas de audios para estudios de grabación y para los submarinos de la industria militar. De sus cuarenta empleados ahora ha dedicado cinco para desarrollar los nuevos casetes, explica JeanLuc Renou, CEO de Mulann. Tras un año de investigación y 20 desaparecido del mapa, el K7 vuelve a producirse en Francia.

Las cintas, con un diseño naranja y negro deliberadamente vintage, se venden a 3,49 euros cada una, se producen a miles cada mes, y se exportan a profesionales del sonido.

La pyme exporta el 95% de sus casetes a países como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Malta, Suecia, Israel, Uzbekistán o Kazajstán, afirma Theo Gardin, el director comercial, de 27 años de edad, quien no había conocido las alegrías (e inconvenientes) del walkman, las cintas que se enredaban y el truco de la lapicera.


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